Santiago Pisano: Soy un artista del estilismo, quiero pisar suelo europeo

La semana pasada asistiendo en la imagen de Ignacio Baladan

Hace de su profesión un arte, Santiago se ve pisando suelo europeo para abrirse a un mercado más grande.Sus ambiciones siempre fueron muchas y nunca se dió por vencido ante los tropiezos.

Si bien La Blanqueada fue su ciudad natal, tuvo que mudarse con su familia a Sol y Mar y empezar de cero, es por eso que quiere que conozcan su historia de vida, de trabajo y constancia; porque nada le fue fácil. “… en un momento se nos vencía el contrato y tuvimos que mudarnos, vivíamos en una casa sin ventanas ni puertas, no teníamos calefón y nos bañábamos con agua fría, quiero ayudar a mi familia a salir adelante…” expresaba Santiago.

Esas ganas de salir adelante se suman a sus deseos de conocer el mundo, aprender de otras culturas y llegar a las primerísimas figuras del espectáculo y deporte. Entre sus clientes destacados se encuentra Sergio el ¨kun¨Aguero.
¨… justamente con el Kun hablamos de mis ganas de emigrar a europa, por supuesto que no faltaron los comentarios sobre la Copa del Mundo, su experiencia en Qatar y también le conté de mi gran deseo de poder atender a Messi…¨, señalaba muy positivo Santiago.

Lo más “loco” que le paso en su carrera de barbero: “ … una mañana, estando en plena pandemia, me contactó Daniel Bastiani para cortar a la Selección. Ese mismo día me hice un hisopado y al siguiente fui y le corté a todo el plantel, estuve 20 horas seguidas cortando…”, señalaba Santiago.

Sus deseos de niño: “… Mi sueño de chico era jugar al fútbol y de más grande cuando empecé a estudiar, fue de llegar a las figuras del deporte y poder cortarle el pelo a los futbolistas más famosos. Así es como empecé con Randall un jugador de Peñarol, luego seguí conociendo más jugadores. Hoy día juego a la pelota y tomo mucho mate, como todo uruguayo…”, finalizaba la charla Santiago.

Si quieren conocer más de él, pueden hacerlo aquí: https://instagram.com/santipisano.cb

Por Eliana Ianni para Desde la Catrera